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STOP (LLAMAMIENTO A LA PARTICIPACIÓN EL 12 DE MAYO)

ENTÉRATE, ¿no te has dado cuenta de la dictadura y la mentira a la que nos han traído? ¿Quiénes? ¡Esos especuladores financieros mundiales, esos grandes amos del dinero en nuestro país que ponen y mangonean a su antojo a los políticos de cualquier partido y nos roban a todos con la comedia de la “crisis”!
NOS ESTÁN ENGAÑANDO con una falsa democracia de sinvergüenzas corruptos y de ciudadanos desinformados.
ENTÉRATE, esto será para toda la vida la crisis de nunca acabar. Esto es el mundo en el que los de arriba están esclavizando a los de abajo poniéndonos la soga al cuello de hipotecas hasta la muerte, de un paro que crece sin parar; la soga al cuello de sueldos que bajan y gastos que suben; la soga al cuello que prohíbe protestar.
SAL A LA CALLE EL 12 DE MAYO PACÍFICAMENTE
Tanto si eres de derechas como si eres de izquierdas, todos somos los de abajo. Sal con tus vecinos y tus amigos a defender lo tuyo y lo de todos. Con firmeza y sin violencia di a los que están arriba…
STOP a que se rescate a los bancos con el dinero de todos; a los desahucios; a la mentira de la crisis que enriquece a los bancos; a la especulación descontrolada. EXIGIMOS control legal de lo que hacen especuladores y banqueros; que dar la casa al banco liquide la deuda, como pasa en el resto del mundo; que el dinero de todos y el de los impuestos se inviertan de una vez en la economía real.
STOP al paro y a la pobreza. EXIGIMOS que el dinero salga de los bancos y dé trabajo para dar una vida digna a todos en un mundo que pueda soportarlo.
STOP al hundimiento y la venta de la sanidad y la educación. Van a recortar nuestros años de vida, nuestro futuro personal y el de nuestros hijos. EXIGIMOS que se mantengan y se refuercen, que para eso cotizamos y para eso son nuestros derechos.
STOP a las leyes propias de una dictadura que quieren imponer; a las falsas informaciones que pintan como criminales a los ciudadanos de abajo que aún queremos defendernos. EXIGIMOS que nos devuelvan la democracia, que haya justicia y que sigamos siendo ciudadanos con derecho a protestar y a manifestarnos pacíficamente, ciudadanos con libertad, con trabajo, con futuro.

Pablo Félix González Ochoa, profesor de historia en educación secundaria.


LA LUCHA

Es sabido que las épocas de crisis se deben fundamentalmente a que lo antiguo, las estructuras del pasado, no dan paso a lo nuevo y se produce un terrible colapso que sólo puede solucionarse cuando la balanza se equilibre de nuevo.

Es conocido que en los anales de nuestra cultura se encuentra ya el prejuicio arraigado de desprecio hacia el devenir y el cambio, y la nefasta tendencia a anclarnos en una situación ficticia que garantice una comodidad, al menos para unos pocos.

Obvio es explicar la inclinación a la racionalización totalitaria en el pensamiento de Platón ( y, por tanto, en nuestra propia cultura), frente a la incipiente democracia griega y sus anhelos de libertad e independencia por parte del pueblo.  Él mismo reconoció que la preocupante tensión de clases sólo podría solucionarse mediante la imposición de un orden social estricto y la reubicación de esa masa reivindicativa que no acababa de entender cúal era su auténtico lugar en la sociedad.

Esa lógica de la lucha de clases que ya reconocía el pensador griego y que sin duda Marx explicitó de forma más lúcida y sistemática en los tiempos modernos, vuelve a manifestarse con mayor evidencia en la actualidad.

La crisis que se está viviendo hoy por hoy en Occidente se debe a la lucha entre esas dos clases sociales y entre las dos mentalidades antagónicas que ambas representan.

Va a ser la lucha entre aquellos que creen todavía en la libertad y la igualdad humanas, y aquellos que únicamente desean mantener sus privilegios de clase a toda costa.

Es una lucha ideológica en toda regla. Dos mentalidades antitéticas en lidia, jugándose el diseño y la realidad de la sociedad futura. Como diría Nietzsche, dos perspectivas del mundo opuestas que se enfrentan por imponer  su «Voluntad de poder» y su valoración respecto a la vida.

El primer asalto ha comenzado. Los detractores del cambio progresista, que aplauden el status quo y sueñan con la involución hacia paraísos atávicos, parecen llevar la delantera y ganar este primer round. Ello supone un recorte en la libertades y una progresiva imposición de una manifiesta hipocresía social y moral, que se ensaña con los vicios ajenos mientras hace la vista gorda respecto de los propios. Al fin y al cabo, ellos sólo reconocen que unos pocos deban tener acceso a una vida digna, y los demás son un exceso que cabe mantener siempre y cuando sean conscientes del lugar que les corresponde. La libertad no tiene sentido cuando se trata de la libertad del pueblo, de la mayoría, sólo de los privilegios y la soberbia de un grupo que siga controlando las riendas de la sociedad.

Así pues únicamente hay dos salidas para esta crisis (como siempre ha sido así, por otro lado..): O bien se resuelve dando un paso hacia adelante, siguiendo la tendencia natural, y aceptando el impulso de las nuevas generaciones formadas que mayoritariamente quieren libertad y una sociedad más tolerante y menos represiva, o bien se impone la voluntad de esa minoría poderosa, que requiere para su subsistencia privilegiada de una censura rigurosa y una opresión ideológica de nuevo en el pueblo.

Poco a poco los cambios comienzan a materializarse, dejando de ser meros postulados teóricos o intuiciones  presumibles, a decretos ley que regulan la vida social y condicionan una nueva dinámica social y personal. No es pues una mera cuestión económica, de reajustes de presupuestos y  tijeretazos más o menos asumibles, sino de la imposición sistemática de unos valores y el triunfo de una óptica vital ( tremendamente egoísta y desaprensiva) que mediatiza a las personas y las cosifica con una facilidad que resulta bochornosa.

Kant hablaba de «La insociable sociabilidad del hombre» como esa condición de constante lucha que se da en el ser humano, entre los sentimientos de rivalidad y egoísmo y los de empatía y comunicación respecto de nuestros congéneres. Hay épocas en que el fino equilibrio entre esas naturales inclinaciones se mantiene firme, y la vida es más fácil y estable; sin embargo, también llegan las épocas de crisis, donde la lucha se inicia. Sin duda, ésta es una de ellas.

 

Ainhoa Elisei Ortiz, profesora de filosofía  

 


EMISOR, MENSAJE, RECEPTOR

Follow the leader. Isaac Cordal.Es la primera lección sobre la comunicación, la que tantas y tantas veces nos repitieron en clase de lengua. Todo acto comunicativo tiene tres elementos básicos: un emisor, un mensaje y un receptor. Los demás elementos eran ganas de complicar la existencia al alumno: un canal, un código, un contexto, un referente, la posibilidad de ruido, etc… Todo,  complicaciones. Recordemos una tarea que como estudiantes hemos realizado alguna vez, nuestro profesor nos mandaba distinguir los elementos de la comunicación en distintas situaciones.

El 29M fue un acto comunicativo. Analicémoslo. Los emisores son evidentes: los españoles que secundaron la huelga o fueron a las manifestaciones. Trabajadores, con una creciente movilización de los funcionarios, y parados salieron a la calle juntos, a pesar de las estrategias de desunión llevadas a cabo en las semanas previas. El mensaje es claro: el desacuerdo con las políticas del gobierno para la superación de la crisis. El pueblo no quiere la pérdida de derechos laborales, el adelgazamiento y privatización del estado de bienestar ni la toma de medidas constrictoras de la economía y de encogimiento del individuo. Este mensaje fue un eco amplificado. Se había dado ya en las elecciones autonómicas de Andalucía y Asturias con la pérdida de votos populares y el crecimiento de la abstención. El problema surge cuando tenemos que analizar el receptor. ¿Quién es el receptor? ¿Quién está en condiciones de serlo? Para contestar a esta pregunta entremos en la precisión de algunos de los factores de la comunicación. Todo, complicaciones. Los códigos parecen distintos, el pueblo habla en términos de política y justicia, los gobiernos solo atienden a conceptos económicos. Los medios de comunicación se dedican al ruido. Esconden el mensaje tras titulares como: “Trabaja por España” o “Fracasa la huelga, ganan los camorristas”, radicalmente alejados de la objetividad presupuesta a un buen ejercicio de periodismo. El contexto en que nos movemos es el de una economía global que elimina las cabezas políticas. E.E.U.U ha desaparecido como líder occidental, ya no esperamos su sentencia o sus movimientos para solucionar el problema, aunque en este caso haya sido su origen. Europa anda perdida en lo que parece un cambio de paradigma, achica el agua del Titánic con una cazuela. ¿Están Alemania y Francia pendientes de una solución comunitaria o de soluciones propicias para sus intereses? Las potencias emergentes son una amenaza en términos de democracia, más que una solución. Los mercados se caracterizan precisamente por no tener cabeza, son un adolescente con un coche nuevo y potente en una noche de botellón. Los economistas andan buscando una mano invisible pero nadie tiene mano con este púber excedido. Con este panorama el gobierno español no parece un receptor cualificado sino el empleado de un patrón que ya ni siquiera es político, sin capacidad de decisión ni de comprensión de las circunstancias. ¿Acabará la política sufriendo su propia reforma laboral?  Todo, complicaciones.

 Sergio Gómez, profesor de filosofía en educación secundaria.


TIEMPOS MODERNOS

En un panorama de crisis global, sin entrar en debates de la posibilidad o no de solventarla con otras alternativas o de si es un período que hay que afrontar de todas maneras, se escapan cuestiones que al no ser prioritarias (y la prioridad en una crisis para el ciudadano medio es “tirar pa’ lante”) se difuminan o ni siquiera aparecen bajo los focos.

Entre estas cuestiones habría que destacar una que de manera indirecta, o directa según se mire, afecta a la crisis laboral. Ésta es la dicotomía de la industrialización del trabajo. Esta cuestión ya tiene mucho tiempo y sobre esto seguramente se ha debatido largo y tendido. No hace falta más que recordar el famoso largometraje de Tiempos Modernos, en el que vemos las funciones de Chaplin sustituidas por ingeniosas máquinas. No obstante, hoy en día debería retomar peso.

Por un lado, nos encontramos con el hecho de que el progreso es imparable, un tren puesto en marcha que no puede ser parado (quizás indispensable), que en las dos últimas centurias ha transformado el mundo de forma radical y facilitado, por lo menos en gran parte, la vida de los humanos en el primer mundo, sin entrar en la cuestión de a costa de qué. A su vez, y especialmente en un panorama de crisis como el que nos presentaba Charles, una industrialización de los puestos de trabajo y de las cadenas de montaje supone una destrucción de empleo en el momento menos necesitado.

Esto, desde luego, saca un debate a relucir, una pregunta que la gente debe hacerse y responderse. ¿Es lícito la sustitución de personas con necesidades vitales, y dependientes del dinero, por máquinas más productivas y, por qué no decirlo, baratas para el empresario? ¿O sería recomendable retomar cierta parte del trabajo artesanal y manual para dar puestos de trabajos a aquellos que los necesiten?

Así, recientemente, en los supermercados de todas partes comenzamos a ver una sustitución de los cajeros por máquinas para la autocompra del cliente. Si bien se mantiene la mitad de la plantilla, tan sólo uno o dos empleados son los encargados de controlar y velar por esas máquinas.
Visto de otra manera: Al igual que en un juego de tablero, ¿sería recomendable dar dos pasos atrás para poder avanzar otros cinco y así tener más gente trabajando hasta que se pueda continuar con el progreso?. ¿O, quizás, nos estemos enfrentado a una intencionada prueba en la que sólo los más cualificados, más trabajadores, más productivos, los más “más” tengan la posibilidad de trabajar o de controlar a esas máquinas trabajadoras? ¿O será que nos estamos enfrentando a una especie de darwinismo capitalista y que en ese deteriorado Estado de Bienestar no hay lugar para todos sino para los que se asemejen más a las máquinas?

Adrián Flor. Estudiante de filología hispánica y poeta.


TOMEMOS LA HUELGA EN EDUCACIÓN, HUELGA DE MAESTROS/AS Y PROFESORES/AS

En Marea Verde pensamos que la convocatoria de huelga general para el próximo 29 de marzo, debe ser una excelente oportunidad para que el sector educativo dé un salto hacia delante en el camino de la organización que empezó hace ya unos meses desde que estalló la primera Marea Verde. Estamos convencidas de que necesario organizarse para hacer frente a la  crisis y a las fórmulas neoliberales que de forma autoritaria se están imponiendo y que somos nosotras/as trabajadoras/es de la educación quienes debemos empezar a coger las riendas de la crítica y la gestión de la educación desde abajo a la vista de que desde arriba el único proyecto claro que se vislumbra es el de, literalmente, vender la educación.

Es este un momento muy especial en el que se hace imprescindible actuar de forma conjunta saliendo de la lógica individualista que hemos absorbido y de la que tanto nos cuesta salir. Nos queda elegir entre seguir atomizados sin mirar más allá de intereses familiares asumiendo una vida cada vez más restringida de derechos y oportunidades, o bien, siguiendo la propuesta que se lanzó en el 15M, empezar a pensar de otra manera, a partir de comprender  que la mejor manera de defender los intereses es darnos cuenta que todos tenemos los mismos y por eso mismo es necesario juntarnos y actuar aplicando la lógica de lo colectivo.  Por eso es necesario animar a quién sopesa demasiado el coste monetario de la huelga transmitiendo la alegría de salir del individualismo y las posibilidades de concebir de forma común un futuro distinto al que nos están obligando a aceptar.

Es hora de preocuparnos todos por todos, y no sólo entre profesorxs y maestrxs: la avaricia del 1% está complicando gravemente la vida de cada vez más personas. Nos están contando un cuento, el de la necesaria austeridad, el de los recortes necesarios, que nadie mínimamente informado se puede creer ya. Son nuestros derechos, nuestras condiciones de vida, las posibilidades de disfrutar de una vida feliz, lo que está siendo seriamente atacados y solamente de manera conjunta, saliendo de nuestra casa y mostrando interés por los asuntos comunes vamos a poder defendernos. Vayamos a la huelga, pero también a las asambleas, juntémonos, organicémonos, juntxs podemos, demostremos como educadores que somos que la vida se defiende porque merece la pena ser defendida.

Guillermo Valenzuela, profesor de Física y Química en eduación secundaria y miembro de Marea Verde Aragón.


PRIMER SÍNTOMA : AUTISMO

Hay lógicas que se imponen con una belleza que debiéramos admirar.

Lógicas que son poderosas, categóricas, racionales y que consiguen reconfortarnos en lo más profundo, mientras a continuación seguimos con nuestras vidas.
Su exigencia es mínima : La comprensión no es necesaria. Si acaso una tímida confirmación, y el pacto se habrá sellado.
A cambio se nos recompensa con códigos monótonos y cercanos, contextos estancos y ligeros e inteligentes diálogos.
Los tiempos que vivimos son así, sino no serían tan oscuros. Todo debe ser relativo, porque sólo la lógica del conjunto puede ser absoluta. Y esa verdad la asumimos con devoción a diario.
La consecuencia inmediata es el Autismo: El individuo encuentra múltiples formas de evadirse de la realidad y saborear su encapsulamiento.
Nadie se atreve a cuestionar una narrativa en la cual participan y, a sus pies, el mundo sigue deslizándose silenciosamente.
Sólo así se explica que, mientras la mitad de la población rumia, casi con vergüenza, su frustración acerca de un futuro cada vez más incierto, la otra mitad charle animadamente en las terrazas soleadas de la ciudad de Valencia.
De esta forma se entiende también lo fácil que resulta hoy en día objetivar a las personas hasta reducirlas a un simple medio para nuestros intereses y pasar página con una rapidez bochornosa cuando algo deja prematuramente de importarnos.
La narrativa se impone. Siempre lo ha hecho. Pero la narrativa actual es especialmente opaca. Juega al despiste. Condiciona hasta lo más mínimo, sin que nadie sea consciente de la pesada carga que soporta.
Las conductas se vuelven automáticas, las interacciones predecibles. Y el lenguaje, mecánico e irónico, deviene el instrumento fiel de la verdad que transmite.

Hay lógicas que se imponen con una fuerza que debiéramos admirar.

Diluyen las dudas y aclaran las ideas. Despejan el camino durante un tiempo, el suficiente para que el resto le estemos en deuda.
Sin embargo, a pesar de todo hay veces que nos gustaría alejarnos un poco, liberarnos de ese peso y tomar aire. Imaginamos cómo serian las cosas si así lo hiciéramos y entonces nos apetece sujetar el tiempo para que no se escape.
Vivir en Valencia, hoy por hoy, implica una lucha constante frente a esa inercia invisible que todo lo impulsa.
La única resistencia posible es en grupo, aunque sea fácil caer en la tentación de perpetuar la misma dinámica y buscar espejos de uno mismo que reproduzcan los monólogos ya conocidos.
Arriesgarse, rebelarse hoy, pasa por reconocer la diferencia y estar dispuesta a admitirla; por recuperar las ideas ( tan denostadas durante demasiado tiempo) y obligarlas a que reconduzcan nuestra vida de una forma más consciente, crítica y reflexiva; pasa por dejar el ego a un lado y probar a dar una oportunidad a lo nuevo.
Rebelarse, hoy por hoy, significa atreverse… y ser consciente de que no va a ser fácil. Si no continuaremos atrapados en la misma maraña de mentiras, prejuicios y clichés que rigen peligrosamente esta sociedad y que la están convirtiendo en un espacio vacío, incómodo y cínico.
La situación está llegando a unos límites que exigen sentido crítico por parte de todos. La presión económica ejercida sobre la clase trabajadora comienza a ser ya inaguantable.
Al menos parece que gran parte de la población está superando el autismo infantil y que exige algo más a la vida, que es capaz de exigirse algo más a sí mismos.
Demos tiempo al tiempo. Hagamos lo que debamos hacer, porque la partida no ha hecho más que empezar… y mucho está en juego.

Ainhoa Elisei Ortiz, profesora de filosofía y valenciana.


CORRER EN OTRO SENTIDO

     Hace pocos días saltó a la prensa una notica curiosa, sobre todo en estos tiempos en que a la educación pública le llegan mordiscos presupuestarios y descrédito en favor de la educación privada y, no digamos, privada-concertada. La noticia era que un colegio privado, privadísimo, y exclusivo, exclusivísimo, había sido embargado; aunque en realidad lo que se le embargaba eran cuatro balones, unos pupitres con sus sillas y algunas pizarras. A todas luces, algo inadmisible, intolerable, dejar a los alumnos sin clase, sin pizarras, sin educación… Así al menos eran las primeras impresiones, las primeras informaciones al respecto.
Pero comienzan a aparecer más datos: el Colegio Santa Illa, “colegio tradicional inspirado en el futuro”, según reza su página web, acumula deudas en concepto de cuotas de sus trabajadores a la Seguridad Social desde hace 20 años y por un valor de casi un millón de euros. El agujero es considerable. Pero bueno, toda empresa, si defrauda, ha de ser castigada. Veinte años y casi un millón de euros. Bien por el juzgado de lo contencioso-administrativo número 19 de Madrid, que fue el órgano que autorizó a los funcionarios de la Tesorería General de la Seguridad Social a ejecutar el embargo. No obstante, ¿tras 20 años y precisamente ahora? Y además ¿no es un poco raro que se llevara a cabo un día de clase, con las aulas llenas y con cobertura mediática? Qué casualidad, había cámaras de diferentes medios de comunicación presentes.
Quizá no sea tan casual. Porque tras la aparición ante los medios de esas compungidas madres, el embargo se ha paralizado dejando al colegio como custodio de los bienes, y la Consejería de Educación ha asegurado que los alumnos no se quedarán sin clases. Pero cabe preguntarse ¿tan necesario es ese centro educativo? Es decir, ha quedado patente que ese colegio privado es deficitario, no funciona. La solución sería distribuir a los alumnos en la red de centros públicos que sí funcionan, si no ahora, inmediatamente (por las instalaciones que sería necesario habilitar), sí el próximo curso. ¿A qué pequeño empresario, a qué autónomo se le permite ejercer su actividad debiendo casi un millón de euros? Seamos maquiavélicos y pensemos que el siguiente paso es ayudar a ese centro con dinero público (de hecho, si se le permite funcionar sin pagar la Seguridad Social de los profesores, ya se le está financiando con dinero público). Seamos maquiavélicos y pensemos que es un paso más hacia la privatización de la educación pública, y si no, véanse las noticias al respecto.
Y es que estamos viviendo días en que los pilares básicos de ese tan traído y llevado estado de bienestar están siendo socavados. Ahí están los porrazos repartidos en Valencia a los alumnos de Educación Secundaria y Universidad por pedir calefacción en el aula mientras en el ente político se despilfarra el dinero a manos llenas. ¡Qué mala es la policía! Un momento: la policía, los antidisturbios, se comporta como los políticos, los que mandan, le deja comportarse. Es decir, si desde la Delegación del Gobierno se les dice a esos muchachotes forrados y emporrados (de porra) que no se reparte estopa, no hay porrazos. ¿Entonces? ¿Se ha vuelto loca Paula Sánchez de León, Delegada del Gobierno en Valencia? Seamos, de nuevo, maquiavélicos y pensemos que quizá sea otra de una serie de maniobras dirigidas a fomentar la crispación social y, con ello, abonar el proceso de privatización de los sectores que coadyuvan al bienestar social. Nuestros políticos, los actuales y los pretéritos, llevan ya orquestando unos cuantos ataques al ciudadano mediante el divide y vencerás: hace unos meses fue aquel “los profesores son unos vagos”; luego vino el “los funcionarios no deben quejarse porque son unos privilegiados”, léase privilegio como el desempeño de un trabajo en condiciones dignas, cosa de la que habría mucho que hablar; y ahora, mientras la indignación de la gente de la calle se dirija hacia la policía, no se culpa a los políticos. De hecho, las consignas en las movilizaciones de protesta van en ese sentido: contra la policía, no contra la clase política ni contra los especuladores bancarios, que son quienes, en el teatro financiero mundial, han dirigido un drama que amenaza acabar en tragedia. Crispación social, río revuelto, enfrentamiento; y si no, el muy medieval y católico no he de quejarme que siempre hay quien está peor que yo.
En conclusión, si intentamos informarnos con perspectiva y con mirada crítica, estos pasos que dan los dirigentes –multinacionales, banqueros, políticos– son más bien zancadas hacia ese “los ricos, más ricos; los pobres, más pobres” al que parece estar siendo empujada nuestra aldea global. Habrá que correr en otro sentido.

Francisco Acero Yus, profesor de lengua y literatura en educación secundaria.

PARA MÁS INFORMACIÓN:

http://ecodiario.eleconomista.es/educacion/noticias/3772461/02/12/el-colegio-santa-illa-acumula-20-anos-de-deudas-con-la-seguridad-social.html
http://www.santailla.com
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/temadia/la-dga-revisara-convenio-de-concertada-para-darle-mas-dinero_734932.html


LA TIRANÍA DE LA MANO DERECHA

“Al principio eran 30 niños y con un poco de mano izquierda se habría solucionado” Profesor del IES Lluís Vives, extraído de el Periódico de Aragón.

Paula Sánchez de León ha dado una lección a todo el país del uso de la mano derecha. Aquí la distinción entre izquierda y derecha no es ideológica ni partidista. La primera es para la negociación, el diálogo y la tolerancia, la segunda es para la coerción, la represión y la imposición. El uso de la fuerza para controlar, coaccionar y en definitiva acallar, es un método totalitario. Éste es contradictorio con la democracia donde la violencia del Estado tiene como único fin la defensa de los derechos del ciudadano. La actuación de la policía en Valencia ha sido brutal, desproporcionada y con el objetivo de impedir las libertades como todos hemos podido ver. Esto me hace pensar que la decisión de la delegada del gobierno de cargar contra los estudiantes naciera de una sensación de autoridad absoluta, de despotismo y de superioridad sobre el pueblo. Los golpes de la policía hacia los estudiantes son expresión de dominio. Si la democracia queda sólo en la elección de representantes y no se acompaña con el control de la ciudadanía hacia los gobernantes ésta se convierte en tiranía de la mayoría. La mayoría habla y la minoría calla. La mayoría golpea y la minoría recibe. Recibe la manipulación informativa en Canal 9; la vuelta de Barberá y Camps en Ferrari al circuito de Cheste; la corrupción y la burbuja inmobiliaria, disciplinas afines en que la Comunidad Valenciana es campeona mundial; los aviones que no van a despegar del aeropuerto de Castellón;  “yo me pago los trajes, claro que me pago los trajes”; la política de fiestas, fastos (gastos) como la copa américa o el circuito urbano de fórmula 1, que tan buenos clientes crea a nivel político pero que lleva a la ruina a todo un pueblo; la impunidad en los tribunales de políticos que un segundo antes de la foto finish se iban a declarar culpables. Los estudiantes del Lluís Vives han recibido, además, la inmovilidad de un pueblo que o desencantados hacia la política, o divididos en la izquierda o, simplemente, acomodados tras el milagro valenciano del ladrillo no han ejercido su responsabilidad de manifestarse, votar y proveer la necesaria alternancia en democracia.
Espero que esta primavera valenciana sea una lección de mano izquierda hacia toda la población. Espero la dimisión de la delegada del gobierno en Valencia pero ésta no será suficiente si en la política valenciana sigue imperando la mano derecha, el autoritarismo del que manda y el letargo de quien obedece.

Sergio Gómez, profesor de filosofía en educación secundaria.


DILEMAS MORALES

Parece que el planteamiento de dilemas morales  tiene serias posibilidades para ponerse de moda como entretenimiento.

La prueba está en la primera página del periódico El Mundo del sábado 18 de febrero: Méndez no ve “dilema moral” en cobrar de consejos de bancos. La noticia denuncia que José Ricardo Martínez, secretario general de UGT Madrid, cobrara 181.000 euros en 2011 como consejero de Bankia y que ese dinero lo cediera a su sindicato. La expresión “dilema moral” parece aquí  sinónimo de incoherencia o cinismo. No obstante, su significado no es ese sino el de ser  planteamiento de una situación conflictiva a nivel ético con dos posibilidades para su solución, siendo ambas igualmente defendibles con buenas razones. En cualquier caso la solución ha de tener carácter de universalidad, ha de establecer una regla y siempre supone un verdadero aprieto en la conciencia del individuo. En el caso del señor Martínez el dilema que ha de plantearse, según la editorial del diario, es si cobrar ese sueldo elevado en un trabajo como el de consejero o no cobrarlo. Para aliviarle del trance se le propone una solución sencilla: No se puede ser sindicalista y banquero. El señor Martínez debe renunciar porque es el señor Martínez. Su no renuncia hace sospechar de falta de autonomía y dependencia en sus decisiones. El hecho de que tenga que responder de sus aportaciones en el consejo ante su sindicato no es garantía de honradez sino de todo lo contrario. Sin embargo si su nombre fuera Ángel Acebes, miembro del Partido popular y también consejero de ese banco, sus decisiones no podrían responder a intereses particulares, el sueldo no sería elevado y su independencia estaría fuera de duda. Nos encontramos así con una resolución insatisfactoria al dilema, ya que se adscribe a una persona concreta y no busca ser universal. Se parece mucho a una argumentación ad hominem, es decir, a convencer de que una proposición es falsa desacreditando a la persona que la defiende sin entrar a razonarla. Para entendernos: si esta noticia surge el día anterior a las manifestaciones convocadas por los sindicatos en contra de la reforma laboral podemos pensar que la intención sea desprestigiarlos para no analizar los argumentos que aportan.

Un día antes la señora Sáenz de Santamaría nos planteó otro dilema moral.  Pidió a los sindicatos “que piensen también en que deben representar a quienes no tienen un empleo cuando se manifiesten”. La cuestión, que parece más un chantaje emocional que un dilema, es manifestarse contra la reforma laboral o pensar en los parados. El pueblo ya lo ha resuelto de manera contundente. Ha salido a la calle y lo ha hecho pensando en los parados. Lo ha hecho pensando que esta reforma no va a solucionar los problemas del paro y va a suponer una precarización del trabajo. Además, de esta solución sí deriva una norma universal: defender siempre los derechos del trabajador presente y futuro.

Sergio Gómez, profesor de filosofía en educación secundaria.


IDEOLOGÍA Y FALSA CONCIENCIA

Reproduzco un artículo de opinión publicado en el Periódico de Aragón y escrito por Juan Manuel Aragües. Creo que puede dar lugar a debate ya que nos desvela las estrategias de afianzamiento de las políticas neoliberales. Tras las esperanzas con las que intentan convencer de sus reformas está la ceguera ante la realidad o la defensa de intereses particulares.

El concepto «ideología» puede ser entendido en diversas acepciones. Aquí lo vamos a utilizar en el sentido de «falsa conciencia», de mirada deformada sobre la realidad como consecuencia de la posición social del sujeto. Todas las sociedades se sustentan, entre otros instrumentos, a través de una ideología que, construida por la clase dominante en función de sus intereses, se pretende que sea asumida por la sociedad en su conjunto. Cuanto más asumida está esa ideología dominante, más sencillo le resulta al poder imponer sus políticas.

Viene esto a cuento de varias cuestiones. En primer lugar de la humorada del simpático Mario Monti, primer ministro italiano, que ha tenido a bien dejarnos claro lo aburrido que es tener un empleo para toda la vida. ¡Con la cantidad de desafíos que hay por ahí! ¡Tantos empleos precarios esperando a los jóvenes para que se zambullan en la aventura de la vida! ¡Qué es eso de querer vivir siempre en la misma ciudad, de querer tener una casa en propiedad! ¡Qué aburrimiento! Se me abre la boca de solo pensarlo. Pero no es un bostezo, ahora me doy cuenta, es asombro, estupor, de que un senador vitalicio tenga tan enorme cuajo. Bien pensado, quizá sea su propia experiencia la que le lleva a darse cuenta de lo aburrido que es tener un empleo de por vida. Ya decía yo que nuestros expresidentes, González, Aznar, tenían cara de estar aburridos. Bueno, en realidad, Mario Monti está ahí para eso, para crear opinión favorable a la precarización del empleo. Para eso, tras un golpe de Estado posmoderno (ahora los golpes de Estado no se hacen con tanques, sino a golpe de recomendación del FMI, de las agencias de calificación y de los mercados financieros), le han colocado al frente de la república de Italia los poderes fácticos internacionales.

La segunda cuestión deriva directamente de la primera, pues si a alguien le parece aburrida la estabilidad en el empleo, es lógico que le parezca estupendo el despido libre. Bueno, como se dice de manera menos alarmante, la flexibilidad laboral. Me permito recordar la importancia de las palabras: cuando oímos «flexible» pensamos en algo positivo, la flexibilidad de la gimnasta, del carácter de alguien, frente a la rigidez, que es algo negativo, como el «rigor mortis». En fin, que a Monti y sus secuaces lo de despedir con libertad (otra palabra bonita) les parece lo más propio del libre (otra más) mercado. No sé si se habrán dado cuenta de que, sea cual sea la coyuntura, siempre encontramos a algún empresario que nos recuerda que el mercado laboral está lleno de rigideces (mortales) y hay que flexibilizarlo (hacerlo atlético). Si la economía va bien, para que siga yendo bien, si va mal, para que deje de ir mal. A mí esto siempre me había parecido un misterio, hasta que hace poco me di cuenta de que, también, era una cuestión de clase, de posición social. Me explico.

Tengo una amiga que era profesora de alemán y que un día asistió a una conversación del siguiente tenor entre dos alumnos. Uno de ellos, hijo de padres muy ricos, a sus diecinueve añitos tenía ya casa propia en uno de los sectores más caros de la ciudad. Una de sus compañeras le dijo que realmente era un tipo afortunado, a lo que él le respondió diciéndoles que por qué no les decía ella a sus padres que le compraran un piso. Ella le dijo que, como mucho, sus padres le podrían comprar unos zapatos. El muchacho, bañado en su ideología, le dijo: «tú insiste, insiste, y verás como te lo compran». Es decir, pensaba que todo funciona como funciona en su mundo.

Bueno, pues eso es lo que les pasa a los empresarios, que piensan que todo es como en su mundo y entonces el despido no les parece algo negativo, sino todo lo contrario. ¿Acaso no se perciben indemnizaciones multimillonarias por ser despedido? ¿No son noticia, día sí día también, las suculentas indemnizaciones que se perciben cuando alguien, digamos un directivo de un banco, un consejero de una gran empresa, es despedido? Entonces, ¿a santo de qué esa demonización del despido? Que, además, añadiría Monti, te permite la apasionante aventura de buscar otra ocupación.

Y aun hay una tercera cuestión. Los que tenemos trabajo, debemos ser solidarios (preciosa palabra) con los que no lo tienen y aceptar, sin chistar, que nos bajen el sueldo y nos quiten derechos para crear empleo con lo que se ahorra. Solo un pero: ¿Van a utilizar ese dinero para crear empleo o para ajustarse a las directrices de terrorismo social del FMI? La izquierda ya propuso, hace mucho tiempo, esa idea, con un eslogan muy acertado: trabajar menos para trabajar todos. Ese es el planteamiento de izquierdas. El neoliberal es: trabajar más para que trabaje menos gente y tengamos más beneficios (que luego no invertiremos, que están los tiempos muy inciertos). Nos quieren convencer de que recortan salario a unos trabajadores para crear empleo para los parados, pero eso es radicalmente falso, pues lo único que se pretende es ajustar el déficit público, lo que exige que lo que ahorran no se lo gasten. En fin, ideología, ideología, ideología. De lo que se trata es de generar un estado de opinión favorable a la precarización, al despido libre y a la erosión de los derechos sociales que allane el camino, a través de la forma de pensar, a la aplicación de políticas neoliberales. Perder la batalla de las ideas es perder la batalla política.

JUAN MANUEL Aragüés, Profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza 16/02/2012. EXTRAÍDO DEL PERIÓDICO DE ARAGÓN.